Las fortalezas internas son como la caja de herramientas de un artesano, como los colores y los pinceles del pintor. Es todo aquello que nos ayuda en el dibujo que hacemos de nuestra vida. Algunas de estas son: Sentido del humor, sentido común, integridad, paz interior, determinación y gentileza. Algunos investigadores identifican otras como la autocompasión, inteligencia emocional, optimismo, capacidad de respuesta acertada, autoestima, tolerancia al estrés, autorregulación, resiliencia, capacidades ejecutivas y asertividad. También podemos incluir sentimientos positivos como calma, estabilidad, solidaridad, perspectivas e inclinaciones útiles y vitalidad entre otros. Las fortalezas internas no son estados mentales pasajeros, sino atributos estables de la persona; son una fuente de bienestar, de sabiduría y acción efectiva.

Dentro del campo de la psicología existe la concepción de que la manera de responder ante la vida  está determinada por tres factores principales: Los retos que enfrentamos, las vulnerabilidades que nos resquebrajan y las fortalezas internas para afrontar estos retos y que nos ayudan a salir airosos. Estas herramientas fomentan la realización personal,  el amor, la sabiduría y la paz interior. A lo largo del día las fortalezas internas operan de manera automática, tras las bambalinas de la mente.

En promedio un tercio de las fortalezas internas son innatas y se constituyen genéticamente basadas en nuestro temperamento, talento, y personalidad; dos terceras partes de ellas se desarrollan con el tiempo. Está en nuestras manos revitalizar las existentes y generar nuevas. Cómo lograr esto es uno de los aprendizajes más importantes de la vida.

Basados en lo que conocemos sobre la neuroplasticidad dependiente de la experiencia, sabemos que nuestras experiencias importan, pero sobretodo importa en dónde estamos fijando nuestra atención. Los caminos neuronales que se forman en el sistema nervioso y el cerebro, impactan su funcionamiento y su estructura. En dónde pones la atención es trascendente pues será lo que alimentes y fortalezcas.

Si continúas fijando tu atención en la autocrítica, en las preocupaciones, en las quejas, en las heridas, en el estrés, entonces tu cerebro fortalece las redes neuronales que producen reactividad, vulnerabilidad a la ansiedad, estados depresivos, enfoques estrechos, amenazas, pérdidas, inclinaciones al enojo, tristeza y culpa.

Por otro lado, si pones atención a los eventos afortunados y las condiciones favorables, a los sentimientos agradables, a las cosas que sí logras, a las sensaciones físicas placenteras, a tus buenas intenciones y cualidades, con el tiempo, tu cerebro cambia su estructura y las conexiones neuronales que te permiten con mayor facilidad lograr una perspectiva optimista, creativa, un mejor estado de ánimo, un sentimiento de valor, un punto de vista amplio y fe se van fortaleciendo.