Cuando practicamos generosidad, nos estamos colocando en un lugar de abundancia, en donde la capacidad de dar (darnos a nosotros mismos, darle a otra persona y darle al mundo en general) nos enriquece de maneras que no nos imaginábamos originalmente. Cuando te ubicas en el lugar de la abundancia, estás dando rienda suelta a tu naturaleza nutridora. Y se siente bien, porque te estás beneficiando mientras  beneficias a otros. Se inicia una cadena de reciprocidad con consecuencias favorecedoras a tu alrededor.

Practica la generosidad, pero cuida de ti mismo. No des de manera en que te dañes o a otras personas -como darle a un niño lo que pide haciendo un berrinche- y asegúrate de que te encuentras abastecido. Es más fácil dar cuando tú mismo te encuentras lleno y satisfecho, pero dale prioridad al músculo de la generosidad. Sé consciente de todas las cosas que tienes a tu favor, y siéntete agradecido o feliz por ello; trae a tu corazón un sentimiento de que tienes suficiente, de tal forma que no sientas que eres privado o vaciado cuando das un poco más.

Date cuenta que dar es una actividad natural en ti. No necesitas ser un santo para convertirte en una persona generosa. El altruismo se expresa de muchas maneras, incluído el corazón, el tiempo, el autocontrol, la disposición de servicio, el  alimento y el dinero. Desde ésta perspectiva considera qué tan natural ya es para ti el dar, porque lo haces fácilmente todo el día, sin siquiera percatarte de ello. Siéntete feliz y satisfecho al darte cuenta como ya eres un dador.

Ofrece total atención: Mantén tu presencia mientras estás con otros minuto tras minuto. Quizás no te guste lo que se está diciendo, pero de igual manera mantente en el tema, ofreciendo una escucha receptiva (es especialmente importante con un niño o con tu pareja). Luego, cuando llegue tu turno, es más probable que la otra persona se sienta abierta a lo que tú tienes que decir.

Ofrece ecuanimidad. Muchas veces, en nuestras interacciones, en nuestras relaciones, es mejor no agregar nuestros comentarios, consejos o reacciones emocionales a una situación. El mantenernos ecuánimes y abiertos puede ser un gran regalo.

Sé servicial; practica, por ejemplo, ser voluntario para alguna causa, sin ser “candil de la calle, obscuridad en la casa”, participa en tu propio hogar, al cuidado de los chicos, sobretodo si tu pareja hace más que tú.

Haz tu propia práctica. Una de las mejores contribuciones que puedes ofrecer a otros, es elevar tu propio nivel de bienestar. Encuentra el espacio de calma y paz dentro de ti, encuentra el espacio de paciencia y de abundancia para tener mucho que dar.