La práctica de mindfulness es simplemente una forma de darse cuenta, de manera clara y sin juicios, del mundo interno así como del mundo externo. Más específicamente, es un darse cuenta del flujo de experiencias que suceden en nuestro mundo interno, al mantenernos alerta y observando los propios pensamientos, emociones, sensaciones físicas, deseos, recuerdos, imágenes, dinámicas personales, actitudes, etc.

Cuando practicas la atención plena, cuando practicas Mindfulness, estás observando lo que sucede. No estás siendo arrastrado o atrapado por lo que sucede, no te estás identificando con lo que sucede. Un término psicológico que hace referencia a esta capacidad es  “el observador”,  que es considerado como una parte esencial de un funcionamiento saludable, y se refiere a la capacidad de desapegarnos del flujo de conciencia para sencillamente advertirlo. Otra manera de plantearlo es la capacidad que tenemos de ser testigos; simples pero justos.

Esta es una capacidad psicológica ordinaria, no es ningún tipo de estado místico. Todo ser humano puede desarrollar la capacidad de atención plena o mindfulness.

Con la práctica estamos también desarrollando una estabilidad mental, lo que significa que estamos consolidando un equilibrio de tal manera que, ejercitar esta capacidad se va convirtiendo en nuestro punto de partida, nuestro refugio. En vez de estar siendo desequilibrados con los contenidos de la mente, residimos cada vez más frecuentemente en un campo en donde nos damos cuenta de las experiencias que surgen, moran y desaparecen.

Nuestra capacidad de darnos cuenta se hace más clara y equilibrada, empieza a asentarse en nuestras experiencias ordinarias y de repente te das cuenta que ya no estás siendo jaloneado por los contenidos mentales tan frecuentemente como antes: Te encuentras sintiéndote más equilibrado.

La capacidad de mantener una atención plena se incrementa, y trasciende la práctica formal de la meditación, y con ella se aumenta la sensación de ser más bien el contenedor de las experiencias cotidianas de la vida, que son más plenas, más satisfactorias y más diáfanas.