1. El lugar: Busca un lugar adecuado para tu meditación. La atmósfera a tu alrededor te ayudará a construir una mente en calma.

  2. El tiempo: Escoge un momento en donde puedas estar libre de las preocupaciones cotidianas. Al amanecer o al atardecer suelen ser momentos adecuados. Establece una cantidad de tiempo específico para tu práctica que sea factible y cómodo.

  3. El hábito: Utilizar el mismo lugar y la misma hora para la meditación ayudarán a tu mente a que se calme y obtenga los beneficios más rápidamente.

  4. La postura: Siéntate con tu espalda erguida (esto ayuda a mantener la atención) y relaja brazos y piernas (la comodidad fomenta la tranquilidad).

  5. La respiración: Observa con atención tu respiración natural. Mantén una curiosidad constante en las dinámicas rítmicas de la inhalación y la exhalación.

  6. La mente: Instruye a tu mente de manera amorosa y tranquila de que mantendrás la atención en la respiración, sin críticas ni juicios si te distraes por momentos. Regresa a tu intención.

  7. Regresa a tu objeto: Cuando te des cuenta de que te has distraído, regresa tu atención a tu respiración. No hay equivocación.

  8. Date espacio: Dale a tu mente y a tus sentimientos espacio para ser. No alimentes la agitación siguiendo la línea de la distracción, sin mortificarte o sancionarte por lo que es. Amablemente suelta y regresa a tu respiración.

  9. Término: Finaliza tu meditación con una respiración profunda y genera un sentimiento de satisfacción y contentamiento.

  10. Reconocimiento: Reconoce el valor del tiempo y el esfuerzo dedicado en el cultivo de tu bienestar.