Es importante entender que el enojo es una emoción  que ha tenido una función evolutiva y heredada como respuesta ante el daño y la pérdida. Sin embargo nos ofusca para lograr una acción constructiva y tiene consecuencias dañinas hacia el sujeto y el objeto. Entrénate con instancias irritantes para que, poco a poco, tus capacidades para utilizar esta energía de manera constructiva estén bajo tu poder.

La técnica a desarrollar consta de: Generación de espacio de amortigüe, Análisis, Desapego y Compasión que convierten la ira en paz.

Genera espacio: Retráete de la fuente de tu enojo y lleva tu atención a tu respiración, intencionalmente haciéndola profunda. Trae la situación a tu mente y, poco a poco, expande tu capacidad de darte cuenta para integrar un panorama más amplio que la situación sobresaliente. Enfócate en tu respiración para ayudar a que la importancia que le da tu mente a este enojo empiece a tomar dimensiones manejables. Esto ayuda a las partes de tu cerebro que toman decisiones a activarse nuevamente.

Análisis estructural: Considera la situación tan objetivamente como te sea posible; considera los roles, las intenciones y las acciones con curiosidad y sin juicios, tratando de develar lo que ha estado oculto en un primer momento. Puedes usar la energía que despierta el enojo para hacer determinaciones que puedan restablecer tus recursos y habilidades para resolver el problema.

Desapego: Observa el enojo sin identificarte con él. Reconoce cómo este estado transforma sensaciones, activa pensamientos y sentimientos. Tu enojo no eres tú. Reconoce que no existe de manera aislada, sino que el sentimiento, el disparador y los involucrados forman parte de una red intrincada e interconectada. Cambiar pequeñas partes de esta red, puede cambiar todo el sistema.

Compasión. Contacta con las partes dolorosas que ha despertado el enojo, tanto en ti mismo como en otros. Observa las partes vulnerables que han sido descubiertas y permite que la compasión restaure la paz y la seguridad.